Nuestro Perú es una fiesta por la elección de Machu Picchu como una de las 'Siete nuevas maravillas del mundo'. Este logro internacional nos llena de orgullo y alegría, porque es la confirmación que tenemos vestigios históricos del mismo nivel que la Gran Muralla China, el Coliseo Romano, Chichén Itzá y el Taj Majal. Este acontecimiento se festejó por igual en el Cusco, Arequipa, Trujillo y Lima. Gestos como estos nos hacen sentir más peruanos cada día. Especialmente porque durante la ceremonia realizada en Lisboa se hizo también un reconocimiento al valor de nuestras culturas precolombinas que no tuvieron nada que envidiar a otras de su tiempo. Los niveles alcanzados por los antiguos peruanos en arquitectura, agricultura, astronomía y orfebrería, asombran a todos los que nos visitan. De ahí que el Perú sea uno de los destinos turísticos más importantes de América Latina. Y eso que aún no se han explotado suficientemente, aparte de Machu Picchu, otros vestigios como es el caso de Huaca Rajada y el Señor de Sipán, Choquequirao, Chavín de Huántar, Chan Chan y Nasca. A diferencia de otros países de la región, como Ecuador, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina, que no tienen muchos restos arqueológicos que mostrar, el Perú es un cúmulo de reliquias cada cuál más asombrosa. Y, como decía, todo esto fue hecho por los antiguos peruanos, aquéllos de raza aborigen cuyos descendientes aún viven y son mayoría en el Perú. Por eso resulta completamente reprochable e inexplicable que den casos de discriminación contra la población mestiza o indígena. Causa repudio que, en pleno siglo XXI, muchos locales discriminen a las personas por el color de su piel y sólo permitan el ingreso a gente de rasgos caucásicos, ojos azules y pelo rubio. Este racismo acomplejado y estúpido, en un país donde el 95 por ciento tiene 'de inga o mandinga', debe ser desterrado. Por eso, debemos aplaudir al Indecopi que hace unos días dispuso el cierre de una discoteca por seguir con sus prácticas discriminatorias, pese a que ya había sido multada en otras oportunidades. Pero que estos acomplejados asuntos internos no interfieran con la inmensa alegria que nos causa saber que todo el planeta pone los ojos en nuestro legado incaico.
Nuestro Perú es una fiesta por la elección de Machu Picchu como una de las 'Siete nuevas maravillas del mundo'. Este logro internacional nos llena de orgullo y alegría, porque es la confirmación que tenemos vestigios históricos del mismo nivel que la Gran Muralla China, el Coliseo Romano, Chichén Itzá y el Taj Majal. Este acontecimiento se festejó por igual en el Cusco, Arequipa, Trujillo y Lima. Gestos como estos nos hacen sentir más peruanos cada día. Especialmente porque durante la ceremonia realizada en Lisboa se hizo también un reconocimiento al valor de nuestras culturas precolombinas que no tuvieron nada que envidiar a otras de su tiempo. Los niveles alcanzados por los antiguos peruanos en arquitectura, agricultura, astronomía y orfebrería, asombran a todos los que nos visitan. De ahí que el Perú sea uno de los destinos turísticos más importantes de América Latina. Y eso que aún no se han explotado suficientemente, aparte de Machu Picchu, otros vestigios como es el caso de Huaca Rajada y el Señor de Sipán, Choquequirao, Chavín de Huántar, Chan Chan y Nasca. A diferencia de otros países de la región, como Ecuador, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina, que no tienen muchos restos arqueológicos que mostrar, el Perú es un cúmulo de reliquias cada cuál más asombrosa. Y, como decía, todo esto fue hecho por los antiguos peruanos, aquéllos de raza aborigen cuyos descendientes aún viven y son mayoría en el Perú. Por eso resulta completamente reprochable e inexplicable que den casos de discriminación contra la población mestiza o indígena. Causa repudio que, en pleno siglo XXI, muchos locales discriminen a las personas por el color de su piel y sólo permitan el ingreso a gente de rasgos caucásicos, ojos azules y pelo rubio. Este racismo acomplejado y estúpido, en un país donde el 95 por ciento tiene 'de inga o mandinga', debe ser desterrado. Por eso, debemos aplaudir al Indecopi que hace unos días dispuso el cierre de una discoteca por seguir con sus prácticas discriminatorias, pese a que ya había sido multada en otras oportunidades. Pero que estos acomplejados asuntos internos no interfieran con la inmensa alegria que nos causa saber que todo el planeta pone los ojos en nuestro legado incaico.
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