jueves, 23 de agosto de 2007

¿Solidaridad?

Cuando hay desgracias de la magnitud sufrida por los pueblos del llamado sur chico, afloran los sentimientos más hermosos en los seres humanos, ya sea del Perú o del extranjero: la solidaridad, el compañerismo, la hermandad en el dolor. Y no hablamos de los gobernantes, los funcionarios del gobierno o el Estado, porque si están allí, es porque tienen el deber de hacerlo. Es, más bien, su obligación. Hablo de los ciudadanos comunes y corrientes, que hacen colas para entregar donativos, por más pequeños que sean. Un kilo arroz suelto, una botella de agua mineral. He sido testigo con mis propios ojos cuando niños que, de sus propinas destinadas a su vicio (los juegos de Internet), han dicho: 'Papá, llévame a entregar esta botella de agua para los necesitados en Pisco'. Esos ejemplos conmueven mucho a los padres. Igual que muchos peruanos de toda condición que asisten a los centros de acopio de donativos y también abonan a cuentas de entidades acreditadas para tal fin. Allí nos demostramos por qué somos peruanos. Esa acción es inmensamente valiosa y digna de imitar. Somos un país y, en el dolor, nos vemos hermanados.
La otra cara de la moneda la dan algunos seres miserables, que no tienen nacionalidad. Perdón, sí la tienen. Son como las hienas, los buitres, como animales. Los vimos por tele, tras la terrible tragedia del huracán 'Katrina', que sacudió Nueva Orleans. Los saqueadores, incluso, mataban a quienes estaban en sus viviendas y no querían dejarse robar. Allí pagaron caro su maldad, pues la guardia nacional, cuerpo de élite que sale a patrullar las calles en situaciones de catástrofe, tenía orden de disparar a matar. Lamentablemente, esta situación se da en Pisco. Es cierto que la coyuntura es extrema, que la ayuda recién está llegando y no hay canales efectivos y rápidos para distribuirla. Por esta razón, en sectores donde no está la fuerza pública, se han producido saqueos. A esto se suma la fuga de los internos de un penal. Coincidentemente a la evasión de los presos, se dan asaltos a los ómnibus interprovinciales. Por favor, ahí no hay comida ni medicinas. Esos son simple y llanamente robos de delincuentes parar sustraer dinero y pertenencias de viajeros que, en su mayoría, llegan para dar ayuda a sus familias. A ésos, la policía -mejor dicho, el Ejército y la Marina- debe erradicarlos con la máxima energía.

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