jueves, 23 de agosto de 2007

¿Somos nosotros los seres racionales?

Indigna ver que algunos vivazos aprovechan la falta de seguridad en la zona del terremoto para hacer de las suyas y robar lo poco que les ha quedado a los damnificados. Estos miserables no creen en nadie y con pistola en mano se ríen de la desgracia ajena. Ya es hora de que el Estado ponga mano dura y castigue con todo el peso de la ley a estos delincuentes. Con ellos, no hay que tener piedad y deben ponerlos tras las rejas por un largo tiempo. Sin embargo, lo que me saca de mis casillas es la poca capacidad de Estado para reaccionar ante una situación como ésta. Han tenido que esperar que pase algo, para ordenar recién que los militares y policías actúen con fuerza ante estos 'buitres' que rondan por donde existe mucho dolor. La verdad es que si estuviera en mis manos, hace rato les hubiera dado de alma. Bien dicen que 'árbol que crece doblado, jamás su tronco endereza'. También nos incomodamos por el saqueo que se ha producido en los diferentes negocios de Ica, Pisco y Chincha. Sé que la necesidad de alimentos es grande y mucha gente cae en la desesperación, pero no es la manera de comportarse, pues lo único que logran es generar más caos. Acá, por enesima vez tenemos que jalarle las orejas al gobierno de turno, ya que ha quedado demostrado que no cuenta con un plan confiable para afrontar desastres naturales. La ayuda viene llegando a manos llenas, pero no saben distribuirlas. Las localidades más alejadas de esa parte sur del país, que fueron afectadas por el violento sismo, tienen hambre y sed. Es hora de ponerse las pilas y dejar de andar diciendo que todo está yendo bien. La gente no es loca para reclamar a cada rato por falta de apoyo. Los dramáticos pedidos se escuchan en radios, canales de televisión y periódicos. Por favor, dejen la palabrería y actúen de una vez por todas. Nuestros hermanos del sur no pueden esperar. En Lima, increíblemente, toneladas de víveres ya embalados, permanecen hasta ahora frente a la municipalidad de Lima. Estuve un domingo por una institucion del estado a altas horas de la noche y no pude creer lo que veia. Los policías custodiaban centenares de bolsas que donaron los ciudadanos de buena fe. ¿Qué hacían después de cinco días a la intemperie decenas de colchones que se mojaban con la llovizna persistente de la capital? Miren nomás el pésimo ejemplo que dio la subgerenta de Defensa Civil de La Victoria, a quien se llevó a su casa un lote de alimentos donados para los damnificados. Que tenemos en la cabeza, que demonios nos ocurre.

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